martes, 18 de enero de 2011

El niño Galleta

A algunos adolescentes les cambia la voz, a otros les salen granos, y otros cambian sencilla y radicalmente de actitud. En el caso de Mario fue algo más distinto, pasó de ser un niño con pecas a convertirse en un chico con cara de galleta. Pero no me refiero a una cara con forma de galleta, sino de una rosca de 20 centímetros de diámetro entre hombro y hombro, una galleta GALLETA. Vamos, lo que viene siendo una Marbú Dorada cono ojos y boca.

Los médicos le habían estado estudiando de cerca, al principio dijeron que podía ser por causa del sol, por aquello de los rayos ultravioletas, y le obligaron a no exponerse nunca más a la luz solar. Después afirmaron que el cambio galletil podía deberse al colesterol y las grasas y que tenía que dejar de tomar pan. Más tarde le comentaron a la madre que lo mejor para curar a su hijo era evitar que se masturbara. De esta manera, la madre de Mario al día siguiente de la consulta canceló la cuenta del ADSL y sustituyó todo el papel higiénico y clínex de la casa por papel de esparto y paja. Al principio dio su resultado, no en cuanto a la cara de Mario que seguía siendo una galleta, pero si en que dejara de meterse mano así mismo, aunque como adolescente efervescente que era no tardó en encontrar soluciones ante la falta de papel.

De esta manera Mario continuo su nueva y rutinaria vida, adolescente, marginado, con cara de galleta pero, eso sí, pelándosela más que un mono.

-Inicio Capítulo UNO

Es lunes 8 de la mañana, Mario, pasa por la cocina para desayunar antes de irse a la escuela. En ella se encontraban sus padres, los señores Fontaneda. En su día, y en un acto de solidaridad, habían borrado del vocabulario familiar palabras como galletas, tostadas o cereales para evitar cualquier tipo de molestia a Mario. Ahora en casa Fontaneda lo que se llevaba en el desayuno era meterse un buen filete de ternera entre pecho y espalda y, nada de leche y Cola Cao que eso era bebida del diablo, un buena copa de vino y a la escuela.
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