jueves, 26 de noviembre de 2009

El día uno


Un día lluvioso de otoño, el pequeño Tom salió de su casa. Se encontró con sus pequeños amigos Invisible#1 e Invisible#2. Le acompañaron hasta el cole donde se reunió con sus compañeros de clase. Después de 8 horas de clase y 8 horas de pensamientos banales volvió a su casa. Justo antes de entrar se encontró con su padre, un afamado abogado de Oxford, que le dijo, "eh Tom, ven a ver el nuevo coche que me he comprado, es un Mercedes". Tom cogió de la mano a su padre y fueron corriendo al garage, una vez frente a la puerta, el padre sacó del bolsillo de sus dockers un mando a distancia, presionó al botón y la puerta comenzó a abrirse. Entre las luces y sombras se empezó a vislumbrar la silueta de la berlina. El escudo de la marca alemana saludaba al pequeño Tom, que le brillaban los ojos y se les estiraba más y más la sonrisa.

Pero derrepnete Tom sintío una perturbación en la fuerza, o como también se le llama un "bajón del copón", el coche, la berlina, el Mercedes por el que tanto le había llorado a su padre para que se lo comprara, y para sentirse por fin un niño integrado en su sociedad, tenía algo que no cumplía con sus requisitos, es más que destrozaba frontal y lateralmente todas sus esperanzas. Con lágrimas en los ojos Tom comenzó a balbucear:
"¿Es...es...es de color azul celeste? Papá, ¿cómo has podido? Es, es... ¡es el peor día de mi vida! Desde ahora no voy a tener esperanzas en la humanidad, ni en el mundo, lloraré y todo lo que haga será un drama".